Tuvieron que absolver a Fernando Grenno


El Tribunal Oral nº 18 no tuvo más remedio que absolver libremente y sin costas a Fernando Grenno, el estudiante acusado por el delito de daño calificado por una pintada reclamando la aparición con vida de Jorge Julio López. El fiscal de juicio, abrumado por la forma escandalosa en que se derrumbó la acusación durante la breve audiencia que comenzó a las 10 de la mañana y terminó apenas pasado el mediodía, se vio obligado a pedir la absolución, de manera que los jueces tuvieron que declarar inocente al estudiante de Ciencias Políticas.

Seis testigos desfilaron por la sala de audiencias: los dos policías que detuvieron a Fernando el 1º de mayo de 2007, acusándolo de ensuciar con pintura la pared de un juzgado comercial; los dos encargados de edificios de la cuadra que fueron convocados como testigos del procedimiento; el autor de un "informe pericial" sobre la pared; dos compañeros de Fernando y el director de la carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales, aportado como testigo de concepto.


Ya con las declaraciones de los policías y los testigos de actuación quedó claro que todo estaba oscuro. Contradicciones, inconsistencias y falta de memoria a la orden del día, como siempre que las actas policiales sirven de base a una acusación. Pero el plato fuerte fue el "perito" cuyo informe sobre la pared, la pintura y la pintada fundaron la acusación por "daño calificado", un delito con hasta 4 años de prisión. Resultó que el Sargento Salas no era químico ni nada parecido, sino pintor de brocha gorda. Apenas un policía con estudios primarios, cuya "experticia" en la materia derivaba de ser el encargado del mantenimiento de la pintura en la comisaría 17ª...

Dos aspectos son destacables en este juicio. Primero, la evidencia empírica de la utilidad práctica que tiene el procedimiento de flagrancia, también llamado de instrucción sumarísima, para reprimir a destajo. Como juez y fiscal estuvieron de acuerdo en que Fernando había sido detenido en flagrancia, es decir, en el momento mismo que cometía el delito, no hubo instrucción alguna, por lo que la primera oportunidad de la defensa para escuchar a los testigos y cuestionar la acusación fue el juicio oral. Como dijimos cuando se implantó similar sistema en la provincia, con esta "justicia express" el que cae en este tipo de proceso no tiene ni tiempo de entender de qué lo acusan, y mucho menos de defenderse, cuando ya está camino al juicio oral.


En segundo lugar, no es cualquier tribunal el que tuvo -seguramente a regañadientes- que absolver al militante estudiantil. Es el mismo que, hace apenas meses, absolvió escandalosamente al policía Justo José Luquet, el federal que fusiló por la espalda al adolescente Marcelo Báez en Villa Lugano, cuando el pibe había caído de su bicicleta. Y es el tribunal que hoy preside la misma jueza que, en 1992, siendo integrante de la Sala VI de la Cámara del Crimen, sobreseyó, no una, sino dos veces, al comisario Miguel Angel Espósito, asesino de Walter Bulacio, fallos luego revocados por la Corte Suprema a instancias de la querella.


Además de la masiva y ruidosa manifestación del movimiento estudiantil en la calle, destacándose la presencia de los diez dirigentes de la FUBA procesados por "secuestro coactivo agravado" por defender el CBC de Merlo, fue notable la presencia en la sala de referentes de organismos y organizaciones que manifestaron su repudio al enjuiciamiento y celebraron la absolución de Fernando. A algunos -los menos- los vemos a menudo acompañándonos cuando acusamos policías torturadores y de gatillo fácil. A los otros, a los que nunca vimos denunciando la política represiva kirchnerista, esperamos verlos también cuando el acusado sea un integrante del aparato represivo de este gobierno, que además de reprimir la protesta y perseguir estudiantes y trabajadores organizados, nos mata un pibe cada 40 horas con el gatillo fácil y la tortura.


(Correpi)

No les creas


Cuando te digan que no estoy preso, no les creas.

Tendrán que reconocerlo algún día.
Cuando te digan que me soltaron, no les creas.
Tendrán que reconocer que es mentira algún día.
Cuando te digan que traicioné al Partido, no les creas.

Tendrán que reconocer que fui leal algún día.
Cuando te digan que estoy en Francia, no les creas.
No les creas cuando te muestren mi carnet falso, no les creas.
No les creas cuando te muestren la foto de mi cuerpo, no les creas.
No les creas cuando te digan que la luna es la luna, si te dicen que la luna es luna, que esta es mi voz en una grabadora, que esta es mi firma en un papel, si dicen que un árbol es un árbol, no les creas, no les creas nada de lo que digan, nada de lo que te juren,
nada de lo que te muestren, no les creas.
Y cuando finalmente llegue ese día cuando te pidan que pases a reconocer el cadáver y ahí me veas, y una voz te diga: “Lo matamos se nos escapó en la tortura está muerto”, cuando te digan que estoy enteramente absolutamente definitivamente muerto, no les creas, no les creas, no les creas, no les creas.

"Testamento", de Ariel Dorfman