Sospechas sobre los conocidos de siempre
El destino de López, a quien se vio por última vez el mismo día que fue condenado a reclusión perpetua Miguel Etchecolatz, mano derecha de Ramón Camps, es analizado por personalidades de la cultura y los derechos humanos. Hoy se realizarán marchas exigiendo justicia.
- Eduardo “Tato” Pavlovsky, dramaturgo y psicoanalista: “El caso puso en movimiento una de las piezas que todavía están de aquellas épocas y que desapareció a 30.000 personas. Creo que es una cosa simbólica bien hecha, porque esto pone en aprietos a muchísimas otras personas que quisieran atestiguar. El intento de recuperación del miedo anónimo que se tuvo en esa época es el triunfo de las manos represoras. Es la exacta reproducción de eso del pasado, esa extraña entidad del ni vivo ni muerto. Nunca lo sabrás, eso repercute mucho en el imaginario social de los que quieren atestiguar contra el Nunca Más. Por eso digo que el secuestro de Julio López está bien pensado en la medida en que lo tornó un cuerpo sin entidad, un cuerpo que no está, es lo terrorífico de la dictadura, que se busca lo que no está. La de López debería sumarse a los desaparecidos de hoy: ese sector no existente, el que está por fuera de las estadísticas, es otra categoría en la que no hay que dejar de poner el mismo énfasis que en ésos. No creo que el Gobierno no haga los esfuerzos, dicen que no se mueve: sí se mueve, pero no es fácil. El aparato represor no es sólo aquel que repite los secuestros, los torturadores de mano dura, sino una mano ejecutiva pensante que es inteligente y está entre nosotros”.
- Aída Bortnik, guionista: “La desaparición en sí sería suficientemente aberrante sin agregar la ¿desidia?, ¿complicidad?, de quienes supuestamente deberían investigar. Todo parece tan claro mirado de afuera, que resulta sobrecogedor”.
- Pino Solanas, cineasta y candidato a Presidente y senador: “No me caben dudas de que Julio López fue secuestrado como venganza y advertencia, intentando detener los juicios. Y detrás de eso está el aparato residual de la dictadura. También demuestra la incapacidad del Gobierno para avanzar en la investigación. El Gobierno ha estado más preocupado para hacer votar leyes antiterroristas que por investigar lo que hay detrás de esto. La verdad es que no he estudiado la investigación, pero un año es suficiente como para haber avanzado de una manera más explícita. Si después de un año no hay ninguna certidumbre de esto, los servicios de seguridad del Gobierno son pésimos. La advertencia es un mensaje de tipo mafioso: ‘Si ustedes siguen con los juicios adelante, va a haber otro Julio López’. La medida ha tendido a amedrentar a los testigos, a detener los juicios, es un mensaje también hacia el gobierno. Lo hicieron desaparecer, no soy adivino para saber de qué forma, pero imagínese hoy que volviera Julio López, que volviera del infierno para contar todo. La mayor parte de los fusilados o arrojados al mar durante la dictadura se hizo para borrar todas las pistas. La posición firme y fuerte del movimiento de derechos humanos, de las Madres de Plaza de Mayo, las movilizaciones en el país durante todo este año por la libertad y el esclarecimiento de lo de Julio López fue una energía suficiente que reafirmó y respaldó a todos los testigos que tenían que seguir dando declaraciones”.
- Hugo Urquijo, director teatral: “A mí lo que más me llama la atención del fenómeno de Julio López es la poca trascendencia que ha tenido, sin correspondencia con la gravedad del hecho. Realmente en un momento donde el tema de los derechos humanos se ha tomado fuertemente como una preocupación de Estado, yo creo que el tema de López está descuidado. Me parece que tendría que estar en el imaginario colectivo instalado casi de manera permanente. Tengo la impresión de que está acallado. Nunca hubo una manifestación multitudinaria donde la gente pudiera expresarse y donde la gente después siguiera como refrescando, porque esas cosas hay que ir renovándolas en la memoria. La memoria es cada vez más frágil, entre otras cosas, porque los hechos suceden con gran vertiginosidad. Entonces, mucho más que nunca, hay que insistir sobre la memoria colectiva. Y no me da la impresión de que en este año se haya machacado sobre el tema López. No lo atribuyo sólo a una falencia del Gobierno. Me parece que colectivamente hay como una tendencia fuerte a que las cosas vayan corriendo. En su momento el tema Cabezas tuvo una persistencia y este caso debería tener la misma”.
- Noé Jitrik, crítico literario: “Mi percepción no difiere mayormente de la gente que está reclamando la aparición de Julio López. Personalmente pienso que eso está directamente ligado a su testimonio en relación con Etchecolatz y que, por lo tanto, ese grupo o si no el grupo directamente organizado y dirigido por Etchecolatz, gente agrupada en la misma línea de pensamiento o de acción o como se lo quiera llamar, son los que han suprimido o mejor dicho sustraído a López. Y han creado un problema muy serio y creo que tiene que ser abordado no solamente desde la idea de ‘Queremos que aparezca con vida’ sino una investigación acerca de los restos de toda esa morralla de gente que sale de la dictadura y que todavía piensan que tienen que hacer algo”.
- Andrés Di Tella, cineasta: La palabra desaparición para todos nosotros es como un fantasma terrible que se despertó con este hecho. En un contexto donde proliferaron secuestros de otro tipo, de otro signo, de pronto que aparezca esto, el secuestro de una persona que evoca lo que la palabra desaparición significaba y que pensábamos que era algo del pasado, eso es lo más tenebroso y lo que mantiene como un vilo: ¿cómo puede ser? Esta es un poco la sensación con que haya pasado un año y ese fantasma de la desaparición sigue estando ahí. Eso es como increíble. Yo creo que evidentemente se trata de un grupo muy puntual irredento que hizo esto como un acto de intimidación. Me imagino que fue así. Creo que la intención debe haber sido puntualmente de intimidar a testimoniantes por esa causa. Pero, a veces (y justamente ésa es la definición de la política), los hechos exceden las intenciones puntuales de quienes los cometen. Entonces, el efecto es cómo reavivar el fantasma que parecía que se había evaporado de la desaparición. Eso vuelve a sobrevolar la tierra argentina. Y por eso es tan importante que se pueda saber algo, porque si no, queda ese fantasma que tantas familias saben tan bien de qué se trata”.
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